Markia Sierra (Guantánamo, Cuba, 1981) se mueve por retos y estímulos. Por vocación y talento. Y por la necesidad de ponerse en la piel de los que sufren. Acaba de publicar el disco Árboles descalSos (sí, con s, que por algo es cubana). La música tradicional de su tierra mece con total naturalidad, piezas que tanto tienen reminiscencias del son como del pop, del bolero y de la canción protesta. Esta curtida cantautora y guitarrista era una adolescente cuando compuso su primera canción, Amor de Fuego. Tenía solo 17 años, pero las ideas sorprendentemente claras.
“Necesito siempre transmitir algo”, aclara. Si algo no le conmueve, no lo canta. Y esto se nota en los 14 temas que integran su nuevo trabajo grabado en Avinyonet de Puigventós (Girona), en el estudio MusicLan, bajo la producción de Jordi Cristao (Fito &Fitipaldis, Manolo García, Miguel Poveda, Manuel Carrasco…); con Jordi Soler como director técnico de la grabación, y acompañada por los músicos Octavio Ibarguen (bajo y contrabajo), Xavier Rocosa (Flauta), Luís Aguilar (Piano y Violín), Vladimir Caramelo y Paquito Escudero (percusión).
Conocer brevemente su periplo vital también ayuda a entender desde sus influencias hasta la temática de sus letras. “Fui muy independiente y con 19 años me fui sola a Matanzas, y luego a La Habana, donde canté música tradicional cubana y estuve un tiempo en la orquesta Anacaona. Pero no acababa de encontrar el feeling, así que lo hablé con la directora y me fui”, relata.
Markia tardó muy poco en comprobar que su sensibilidad y empatía le llevaban a abordar “temáticas delicadas” en sus composiciones. “Necesitaba recordar que con mucha fuerza de voluntad y agarrándote a alguna esperanza, puedes salir adelante. A mí la música me ha ayudado a ser feliz y a escapar, por ejemplo, de la soledad”, confiesa.
Con 26 años se instaló dos años en Moscú, donde trabajó con un trío en el que cantaba, tocaba las maracas, el bongó, la guitarra… “en plan mujer orquesta”, ríe. Y, con 28, llegó a España para quedarse… ¡de momento!. “No estaba en mis planes, pero me enamoré, quise tener hijos y empecé otra vez de cero mi carrera musical”.
Su mirada profunda la traslada en letras como la bilingüe Estic amb tu sobre la violencia de género. “Hay quien ve de cerca el maltrato y prefiere mirar hacia otro lado y, con total hipocresía, luego se atreve a lanzar mensajes que poco tienen que ver con su actitud. La cuestión es, cuando conoces a una mujer maltratada, ¿serías capaz de defenderla? ¿de darle apoyo? Son personas que se aíslan y yo, a través de mi música, les digo ‘cuenta conmigo’. Al alma nadie la puede matar”.
Y en la misma línea está la canción Solo por hoy, con el drama del alcoholismo como telón de fondo. “En cualquier adicción crees que puedes controlarlo todo. Pero ese juego que te parecía divertido se te escapa de las manos y piensas, ¿cómo salgo de aquí ahora?”.
El disco amanece con La casa de los trovadores y el canto de un gallo. “Una mujer se desnuda de todas las opiniones/ pone brillo a sus labios/asume sus decisiones”, reza esta letra que invita a sentirse “libre y feliz”. El segundo corte es Parecía buena: “La vida de una chica que siempre ha sido buena, pero está llena de cicatrices, rota por dentro”, describe. “Se hizo viajera de su propia pena”, prosigue este tema influenciado, explica, por el legado de Pablo Milanés.
El álbum continúa con la sorprendente Quién pudiera y su música árabe.“La escribí con 18 años y narra la historia de un hombre que perdió a su familia”, relata. Resaltar que este tema, y en especial su guitarra, conlleva la influencia en ella del cantautor cubano Silvio Rodríguez. Y otra pieza a destacar es Rubik, inspirada en la “cruda realidad” que ha supuesto sus vivencias en Cuba, Rusia, España.. y su lucha por tirar adelante, lucha que aún hoy en día, sigue vigente. “Por mucho que intentes analizar todo lo que te pasa, la vida no es para entenderla, sino para vivirla. Es como un cubo de Rubik: la tienes que montar tú”.
En La Habana compuso, Árboles descalSos. Esta letra es la transformación de un hecho injusto en una obra poética donde se refleja la sensación que tiene una víctima cuando la sociedad le juzga como responsable”, añade. El punteo de su guitarra subraya la dureza de la letra. Y a ritmo de bolero se mueve Se derrumban las paredes, una delicada canción que tardó diez años en construir.
En Te hacen los sueños la realidad recuerda “la importancia de proponerte metas y hacer caso a tu pasión”, mientras que en Absurdo clama contra la mediocridad. “¿Por qué no intentamos juntos hacer un mundo mejor? ¿Por qué no nos proponemos, por ejemplo, ser mejores amigos, mejores vecinos, ser mejores dentro y fuera de casa? Unidos todo se multiplica. Las alegrías son más alegres y las penas empequeñecen”, suspira.
En el disco hay más títulos, como la pausada Silencio; o como Amuleto, que nació como fusión de bolero y flamenco; o Te mentiría, inspirada melódicamente “en Kenny G”. Porque así de versátil es Markia Sierra. Y la prueba es la pieza instrumental que cierra al disco, Las diez. “La empecé a componer al piano con mi hija mayor. Esperábamos a las diez de la mañana, ella me tocaba una melodía y la continuábamos juntas, a golpe de intuición. Y de ahí la pasé a la guitarra. Debía tener 10 movimientos y… todavía no los he contado. Me gusta sentirme libre incluso a la hora de componer. Que todo fluya”.
Las vivencias y los sentimientos de Markia fluyen hasta enraizarse en cada canción de Árboles descalSos.